Retirado do El País
Agosto de 1972. El periodista del New York Times Robert Smith informa a su redactor jefe, Robert Phelps, que tenía información relacionada con el robo de documentos del partido demócrata de Estados Unidos en el edificio Watergate, surgida tras un almuerzo con un responsable del FBI. Pero el timing no era el mejor. Smith se disponía a abandonar el periodismo para ingresar en la facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, y Phelps iba a emprender un viaje de un mes a Alaska. La información se guardó en un cajón y se perdió.
Los protagonistas de esa historia, ahora ex periodistas del Times, han contado en el diario cómo tuvieron primero la exclusiva y la dejaron escapar.
Smith, indica el diario, guardó durante más de tres décadas el episodio para sí mismo, hasta que supo que Phelps había decidido publicarlo en sus memorias, le llamó para comparar datos y se decidió a hacer la revelación sobre el caso que dio la celebridad a Carl Bernstein y Bob Woodward, entonces reporteros del Post. Phelps recoge el episodio en su libro de memorias, editado hace un mes y titulado God and the Editor: My search for meaning at The New York Times (Dios y el Editor: Mi búsqueda del sentido en The New York Times).
Ahora, el diario neoyorquino ha preguntado a Phelps, de 89 años, qué pasó con esas pistas y dónde están las notas que se tomaron de la filtración que a Smith le había llegado durante un almuerzo con el director en funciones de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) Louis Patrick Gray, fallecido en 2005.
Pero nadie lo sabe, según indicó Phelps, quien asume que la responsabiidad fue suya, y de esa manera "perdió la oportunidad de contar la mejor historia de toda una generación", admite el mismo diario. Con esa información, el Times indica que todo ello significa que los más altos responsables del FBI estaban filtrando información a la prensa sobre ese escándalo de espionaje político que se conoció después de que, en junio de 1972, se detuviera a unos hombres por entrar a robar a las oficinas de la Convención Nacional Demócrata, ubicadas en el famoso edificio Watergate de Washington.
En 2005 se supo que Garganta Profunda, la misteriosa fuente que relató a Woodward y Bernstein los pormenores del caso, era Mark Felt, entonces director adjunto del FBI. Smith ha señalado ahora que Gray -a quien le unía una buena relación según su hijo, Edward Gray,- le contó los detalles de cómo estaban involucados en esa operación el fiscal general John Mitchell y Donald Segretti.
"Nunca desarrollamos en historias publicables lo que Smith nos contó. Por qué no lo hicimos, es un misterio para mí... Me falla la memoria sobre lo que hicimos con la cinta", escribe en su libro Phelps, que años después dejó el New York Times por el Boston Globe.
Smith, que trabajó en el Departamento de Justicia durante años y ejerció como abogado, indicó al New York Times que se "sintió libre" para contar lo sucedido cuando supo que Phelps iba a publicar sus memorias, y ha argumentado que, incluso aunque Gray había fallecido, "no podía romper la fuente de confidencialidad" que le unía al responsable del FBI.
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