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RAMON BESA - Barcelona - 06/04/2010
Messi apenas habla y cuando abre la boca no siempre se sabe lo que ha dicho. La revista norteamericana Time ni siquiera le ha incluido en la lista de los 200 personajes más famosos del mundo porque se supone que no tiene gancho mediático para competir con figuras como Tiger Woods. Tampoco se pone el brazalete porque las funciones de capitán le distraerían de su condición de futbolista: nadie se le imagina firmando el acta arbitral ni sorteando el campo. A Messi sólo le gusta jugar a fútbol y marcar goles. No tiene envoltorio. Nadie sabe si le estimula que le comparen con Maradona, con Ronaldo y con Higuaín. Tampoco hay noticias sobre cómo le afecta que los demás discutan sobre su progresión y reinado, y claro está, por las causas de su difícil encaje con Argentina.. No hay dudas, en cambio, de que a Messi sólo le interesa el recreo, momento en que se pide la pelota, se vuelve competitivo y resuelve el partido más difícil. Los niños no preguntan sino que solamente salen a jugar al patio.
Los silencios de Messi son tan difíciles de interpretar como sus muecas. El secreto está en generar las mejores condiciones para que sólo se ocupe de jugar a fútbol, y Guardiola le ha encontrado el mejor sitio para su triunfo en el Barcelona. Ayer le tenía ganas al Arsenal, sobre todo porque los ingleses no le tienen todavía muy bien considerado, o al menos le sitúan un peldaño por debajo de Rooney, como si no fuera un jugador completo porque se escapa de la lógica del fútbol y de las leyes del juego británico. No tiene épica. Messi es sobre todo Messi FC. Anoche se merendó al Arsenal con un monólogo espectacular por sus jugadas, por sus goles, por su ascendente sobre un equipo rebajado por las bajas, exigido por el calendario, necesitado de una figura como la de Messi. La noche pedía un redentor en tiempos de resurrección y apareció la pulga con un póker de goles.
Al Barcelona le resultó muy difícil jugar la vuelta como equipo después del impacto que provocó su juego en la ida. Una ronda que tenía que haber quedado resuelta en un cuarto de hora se alargaba hora y media en el Camp Nou para suerte del Arsenal, feliz por disponer de una segunda oportunidad tras salvar el pellejo en su cancha, dispuesto a corregirse y protagonizar la sorpresa frente al favorito y campeón. El factor campo pudo condicionar además la alineación del Barça. Lesionado Ibrahimovic, jugar en casa abonó seguramente la presencia de Bojan, que se ha ganado a la hinchada por el absentismo de Henry, mientras que la titularidad de Márquez se imponía por las ausencias de Piqué y Puyol.
El Arsenal no sólo leyó bien la formación del Barça sino que aprendió mucho del encuentro de Londres. Los ingleses dejaron la pelota en terreno barcelonista y bloquearon la salida de los zagueros y medios con una buena presión y organización. Tapadas las líneas de pase y abatido Xavi de forma reiterada con faltas tácticas, era muy difícil filtrar el balón en el campo del Arsenal, parapetado en los pies de Almunia y confiado en la velocidad de Walcott, desequilibrante en la transición. No salía ni llegaba el agarrotado Barça de tan pequeño como quedó el campo. El partido se puso peligroso para los azulgrana. No había manera de tocar, de combinar y, a cambio, cada pérdida de balón era un riesgo.
Milito se extralimitó en la conducción, Diaby le rebanó el cuero con la anuencia arbitral y profundizó para Walcott, cuyo centro fue doblemente rematado por Bendtner a la red. Avalado por su superioridad física, manifiesta en el cuerpo a cuerpo, el Arsenal estaba decidido a explotar cada pelota dividida para armar la contra con rapidez. Nadie le exigía al fin y al cabo que atacara ni se le reprochará que renunciara a su estilo. Y menos ante las ausencias de Cesc, de Song, de Arshavin, de Gallas. El fin justificaba los medios frente al Barça. A los azulgrana no les quedó más remedio que inventar un nuevo partido después que los ingleses hubieran dado con el antídoto. Al rescate acudió Messi, imposible de defender cuando se pone en marcha.
El Barça fue más que nunca el Messi FC. El 10 monopolizó el partido. Los seis tiros del equipo azulgrana antes del descanso fueron suyos y dejó tres goles espectaculares, igualmente bellos, especialmente celebrados. Messi enganchó un zurdazo desde la frontal del área tras un rebote de Silvestres, después cruzó con la derecha una asistencia de Pedro y más tarde picó sobre la salida del portero un balón en profundidad servido por Keita. Tres maneras diferentes de golear en un partido difícil, de palabras mayores. Messi estuvo tan preciso como intenso: alcanzados los 38 tantos en 43 partidos, Messi se dio un respiro y el Arsenal volvió a anudar el partido. El segundo acto nunca remontó el vuelo por el impacto que había provocado Messi. El argentino estuvo muy por encima del encuentro y nadie discutió su protagonismo, ni los rivales ni sus compañeros, que estuvieron serios y agresivos Guardiola siempre le mantiene en el campo porque si lo sustituyera sería como mandarle a por el pan. Messi siempre garantiza que puede pasar algo maravilloso, y ayer volvió a suceder: metió un cuarto gol, el 39, después de un doble remate cuando el partido expiraba, la mejor manera de sellar el pase del Barça a las semifinales por tercer año consecutivo. Messi es un genio del fútbol. Acabada la jornada, recogió el balón y no será noticia hasta el próximo partido. Que nadie le pregunte nada ni busque sus palabras. La pulga solo se explica en el patio de recreo. No tiene épica sino encanto.
Barcelona 4 - Arsenal 1
Barcelona: Valdés; Alves, Márquez, Milito, Abidal (Maxwell, m. 53); Xavi, Busquets; Messi; Pedro (Iniesta, m. 86), Bojan (Touré, m. 56) y Keita. No utilizados: Pinto; Fontás, Henry y Jeffren.
Arsenal: Almunia; Sagna, Vermaelen, Silvestre (Eboué, m. 63), Clichy; Denilson, Diaby; Walcott, Nasri, Rosicky (Eduardo, m. 73); y Bendtner. No utilizados: Fabiansky; Traoré, Mérida, Campbell y Eastmond.
Goles: 0-1. M. 18. Bendtner. 1-1. M. 21. Messi. 2-1. M. 37. Messi. 3-1. M. 42. Messi. 4-1. M. 88. Messi.
Árbitro: Wolfgang Stark (Alemania). Amonestó a Denilson, Rosicky y Eboué.
93.330 espectadores en el Camp Nou. El Barça se clasifica por un global de 6-3.
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